El cuerpo humano tiene mecanismos de defensa que pasamos por alto. Y muy rara vez sabemos identificar cuáles son y para qué sirven. Hoy, la segunda parte de este curioso tema.
Mecanismos de defensa del cuerpo:
- Piel de los dedos arrugada por exceso de humedad. A todos nos ha pasado que las yemas de nuestros dedos se arrugan cuando pasamos demasiado tiempo bajo el agua. Nuestro organismo es tan genial, que al estar en contacto excesivo con agua y humedad, sabe que todo se pondrá resbaladizo, y modifica la piel de nuestros dedos para facilitar el agarre.
- Pérdida de la memoria. La pérdida de memoria es un mecanismo de defensa para protegernos de recuerdos desagradables. Tu psique te libera de las preocupaciones y angustia que pudieran causarte esas memorias. Cuando una persona está alcoholizada sus funciones motoras no funcionan, el cuerpo se encuentra expuesto a una sobrecarga y a múltiples amenazas externas; para optimizar su función, desactiva las menos importantes, como la grabación de recuerdos; es por eso que después de embriagarte no recuerdas muchos de los sucesos que ocurrieron.
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- Piel de gallina. Esos brotes que salen en la piel cuando tienes frío o estás emocionado, forman parte de un mecanismo de defensa, su función es liberar calor del cuerpo a través de los poros de la piel.
- Las lágrimas. La mucosa de los ojos protegen del contacto que puedan tener con cuerpos extraños; además, las lágrimas son una herramienta de protección emocional. En situaciones de estrés, el cuerpo libera lágrimas y crea un nuevo centro de irritación que distrae a la persona del dolor que experimentó. En resumen, cuando una persona llora disminuye su sensación del dolor.
- Sentidos adicionales. A pesar de que siempre oímos hablar de los cinco sentidos tradicionales, en realidad hay más sentidos, a los cuales se los denomina adicionales. Un ejemplo. Trate de cerrar los ojos y tocar con el dedo la punta de la nariz. En esta situación no está usando ninguno de sus cinco sentidos básicos. Este sentido se denomina “propiocepción”, que nos permite conocer exactamente la ubicación de nuestro cuerpo en el espacio a través del conocimiento del tamaño y forma de nuestro cuerpo. Además el cerebro informa al organismo de la posición de los músculos, y de todas las partes corporales contiguas, controlando así el estado y la posición de las mismas.