¿Puede la simple costumbre de caminar hacer que nuestro cerebro se vuelva más creativo?
- El mayor enemigo para nuestro cerebro es la rutina. El simple acto de hacer todos los días las mismas cosas consigue que vayamos cayendo en una cierta depresión y en un inevitable desánimo. Poco a poco, nuestro cerebro se vuelve más lento. Nuestra atención no es la misma porque, en realidad, no tenemos estímulos nuevos. Tenemos fallos de memoria porque pocas cosas nos parecen interesantes. Ante una baja motivación, el recuerdo es menor.
- Día a día, nuestro cerebro actúa de modo automatizado. Ya no hay momentos para el disfrute y la creatividad, y él se rige entonces por pautas establecidas, como funcionaría, por ejemplo, cualquier ordenador al que hubiéramos programado. Es un riesgo muy elevado para nuestra salud emocional y física.
No te pierdas: Tu tipo de sangre revela tu personalidad.
- Al andar, el cerebro no tiene que preocuparse de nada. Andar es fácil, todo el mundo puede hacerlo y recibe una dosis extra de oxígeno, se siente mejor. En ese momento empieza a estimularse nuestro lóbulo frontal, relacionado con la creatividad y el estado de ánimo. Si a ello le sumamos la liberación natural de endorfinas, aparece la magia. El cerebro se siente eufórico y optimista.
- Ante un mejor estado de ánimo, aparece un aumento de la creatividad. No hay presiones, la hormona del cortisol que se segrega con el estrés desaparece y se rompen esos muros que, habitualmente, nos traen el negativismo. Es el momento en que vemos las cosas de otro modo. Nos notamos más relajados, más entusiastas, más confiados.
- Estamos acostumbrados a movernos en espacios pequeños: Nuestro hogar, trabajo, los restaurantes a los que vamos, los supermercados… Son espacios limitados, siempre llenos de gente. Lugares conocidos en los que, habitualmente, se encienden nuestras tensiones. Finalmente el simple hecho de empezar a caminar por un espacio natural y abierto se convierte en un maravilloso acto de liberación y expansión.
- El contacto con la naturaleza. Lo ideal es que nuestros pulmones se llenen de oxígeno puro. Y es necesario que nuestros ojos encuentren escenarios nuevos. Descubre otros estímulos que enriquezcan tu cerebro.